“Como casi todo el mundo, yo me inicié en la enseñanza con altas dosis de ansiedad; quizás porque, como he escrito en otra parte, nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error. Aún me acuerdo de mi primer día de clase: toda mi seguridad superficial se fue abajo al oír una voz femenina a mi espalda: “¡Qué cara de crío, a éste nos lo comemos!”. Aún me acuerdo de mi miedo a que se me acabara la materia que había preparado para cada clase, a que un alumno me hiciera preguntas comprometidas, a perder un folio de mis apuntes y no poder seguir la clase... Aún me acuerdo de la tensión diaria para aparentar un serio academicismo, para aparentar que todo estaba bajo control, para aparentar una sabiduría que estaba lejos de poseer...”
(Parte del discurso de José M. Esteve de la Universidad de Málaga, Ponencia presentada en las XXXI Jornadas de Centros Educativos Universidad de Navarra. 4 de febrero de 2003)
(Parte del discurso de José M. Esteve de la Universidad de Málaga, Ponencia presentada en las XXXI Jornadas de Centros Educativos Universidad de Navarra. 4 de febrero de 2003)
La experiencia de José M. Esteve le suele suceder a la mayoría de las personas que se inician en la profesión de la docencia, creemos que como “sabemos” demasiado, trabajar con jóvenes es algo que será de lo más fácil para nosotros, que todo esta bajo control y solo es cuestión de transmitir conocimientos.
José M. Esteve, nos reafirma que nadie es un experto al principio, que si el ser docente es complicado, lo es mas aun si no se cuenta con la experiencia necesaria, que cada docente se va abriendo brecha a medida que va acumulando experiencia en la disciplina de la docencia. Que en el caminar del docente con sus alumnos se va dando cuenta que la educación demanda entrega total, que se tiene que ser humilde e inteligente a la vez para aprender y dar lo mejor de cada uno.
Es ahí, en el compartir con el alumno y verlo como un sujeto ansioso de aprender, de alimentarse día con día con lo que le vallamos dando, de no cerrarnos a que lo importante en el alumno no es que obtenga un diez de calificación, sino que su aprendizaje sea significativo y todo lo que acumule le encuentre un sentido práctico.
Es por eso que debemos de tomarnos más en serio la labor que desempeñamos, debemos como menciona Pedro Ortega en su paradigma de la alteridad ver al otro como un sujeto que esta deseoso de que le enseñemos, que es un sujeto pensante y que siente, no es uno más en la lista, no es sólo un numero de matricula, sino es una persona que viene a aprender pese a un mundo de problemas que trae desde su casa, en la cual podría haber violencia, drogas, abusos y a nosotros solo nos importa que saque un diez de calificación y nunca se nos pasa por la mente preguntarle si ya comió o cómo esta.